Existen diferentes opciones técnicas para suprimir la región cerebral en la que se originan las crisis. El neurocirujano, basándose en los resultados de los estudios llevados a cabo en la Unidad de Epilepsia y en sus recomendaciones, selecciona la técnica más segura y eficaz para casa caso individual.
La opción técnica más eficaz es la extirpación de la lesión o “foco” cerebral de la epilepsia. Para intervenir al paciente, en general no suele ser necesario el rasurado del cabello. Se le aplica anestesia general, aunque en casos concretos es necesario hacer la operación con el paciente bajo anestesia local y con sedación ligera para comprobar que no se produce afectación de una función esencial como el lenguaje.
Para este tipo de cirugía de epilepsia se hace una incisión en el cuero cabelludo, unos orificios de trépano y unirlos con instrumental adecuado y retirar un trozo de cráneo, que se repone y fija al finalizar la cirugía. Se realiza una craneotomía estándar, con apertura del hueso y apertura de las envueltas del cerebro.
Tras esto, se procede a la resección (extirpación) de la zona que provoca las crisis con técnicas microquirúrgicas. Puede ser necesaria una monitorización operatoria con registro directo cerebral del EEG para aumentar las probabilidades de extirpación de todo el tejido epiléptico.
Los neurocirujanos intentan extirpar el máximo tejido epiléptico, intentando no afectar las funciones cerebrales que asienten en esa región del cerebro. La dificultad y los riesgos de la cirugía dependen de donde esté localizada y cual sea la extensión de la lesión que se debe extirpar.
Existen casos, mucho menos habituales, de epilepsias catastróficas infantiles causadas por regiones epilépticas cerebrales muy extensas, en las que no es aconsejable extirpar todo el volumen cerebral que produce las crisis. La opción seleccionada en estas situaciones es la cirugía de desconexión esa región para evitar la afectación del resto del cerebro.
Una vez conseguida una superficie que no sangre, se procede a cerrar las membranas que recubren el cerebro y a reponer y fijar el fragmento de hueso. Las cirugías de epilepsia suelen durar un mínimo de 3 o 4 horas.
Cuando el tejido epiléptico se encuentra en una región profunda y de difícil acceso en el cerebro, la opción técnica empleada es la ablación mediante láser del tejido epiléptico profundo. La técnica se lleva a cabo bajo anestesia general, y consiste en la aplicación de una luz láser de alta intensidad en la lesión epileptógena profunda a través de una fibra óptica que previamente le ha sido implantada al paciente mediante técnica estereotáctica, una metodología neuroquirúrgica que permite implantar dispositivos en regiones profundas del cerebro con una precisión y una seguridad muy elevadas. La luz láser causa en la región circundante un aumento de la temperatura que inactiva el tejido cerebral causante de las crisis. El estado del cerebro y la temperatura se controlan en todo momento con resonancia magnética. En estos casos, el orificio en la piel y en el cráneo es de unos pocos milímetros, con lo que el paciente puede ser dado de alta en uno o dos días tras la ablación láser.
Finalmente, en los pacientes con epilepsia resistente a fármacos que no pueden beneficiarse de una extirpación, desconexión o ablación, pueden aplicarse técnicas de neuroestimulación o neuromodulación eléctrica. Consisten en aplicar estímulos eléctricos sobre el sistema nervioso (en el cerebro o en un nervio craneal, según los casos) que, aunque no son curativas, sí que pueden reducir el número o la intensidad de las crisis, y que por lo tanto pueden resultar paliativas y mejorar la calidad de vida en pacientes graves y sin otra opción terapéutica en la actualidad.