En la mayoría de los casos, las hernias de disco se producen por un desgaste natural, relacionado con la edad, que se denomina degeneración discal. En este sentido, a medida que envejecemos, los discos, formados por el núcleo pulposo en la parte interna y el anillo fibroso en la zona externa, son cada vez menos flexibles y, por tanto, más propensos a desgarrarse o romperse.
En el caso de las cervicales, hay que tener en cuenta que soportan tensiones de forma continua y que están sometidas a mucho estrés. Es habitual que con el paso del día esta zona acabe rígida y dolorida porque se fuerzan las estructuras musculares y osteoligamentosas cervicales al cargar con pesos de forma inadecuada. Las lesiones en esta zona son uno de los problemas que nos encontramos con más frecuencia y pueden ir desde una contractura muscular hasta hernia de disco u osteofitos artrósicos que producen compresiones sobre la médula espinal o los nervios.
Las causas, en conclusión, no se pueden precisar en todos los casos. En la mayoría se deben a hábitos posturales y esfuerzos excesivos. También hay que tener en cuenta que existen determinados factores de riesgos para desarrollar una hernia discal cervical:
Genética
Predisposición a padecer hernia discal.
Trabajo
Las personas cuya actividad laboral requiera esfuerzos físicos más exigentes tienen mayor riesgo de padecer hernia discal.
Exceso de peso corporal
Que puede sobrecargar los discos y contribuir a que su degeneración, especialmente en los discos de la zona lumbar.
Fumar
El tabaquismo puede reducir el suministro de oxígeno al disco, lo cual favorece su deterioro.
Accidente traumático
Aunque es menos habitual, un golpe o una caída también puede producir una hernia de disco cervical.
Por lo tanto, las recomendaciones generales para prevenir este problema son cuidar los hábitos posturales, hacer ejercicio para fortalecer los músculos, mantener un peso saludable y evitar el tabaco. Todo ello, además, contribuye a la salud general.