Conocido también como falsa ciática el síndrome piramidal es una patología que puede generar sensación de dolor y hormigueo desde el glúteo hasta la rodilla.
No es extraño pensar en una hernia de disco lumbar o en el nervio ciático cuando sufrimos dolencias que parten del glúteo y pueden alcanzar hasta la rodilla. Sin embargo, existen otras patologías menos conocidas capaces de producir estos trastornos. Una de ellas es lo que se conoce como el síndrome piramidal y que, como su propio nombre indica, afecta al músculo que lleva el mismo nombre. Pero para entender en qué consiste es importante tener claro qué es el músculo piramidal, dónde se encuentra y cuál es su función.
Conocido como piriforme o piramidal, este músculo está ubicado en los pedículos de la tercera y cuarta vértebra sacra, esto es, en la zona más profunda de los glúteos. No obstante, se extiende hasta el trocánter mayor del fémur siendo, además, uno de los seis rotadores cortos externos de la cadera. Y aún hay más. Por su posición, está estrechamente vinculado al tronco del nervio ciático y actúa como flexor de la cadera al tiempo que permite su estabilización.
¿Qué es el síndrome piramidal?
Hablar del síndrome piramidal -o falsa ciática como también se le conoce- es hablar de una dolencia producida por la compresión del nervio ciático a su paso entre el músculo piriforme y el gémino superior. Básicamente hablamos de una contractura del músculo piramidal que ocasiona una presión en el nervio ciático, generando dolor y sensación de hormigueo que puede irradiarse desde el glúteo hasta la rodilla.
Síntomas frecuentes
Ese dolor en la zona del glúteo, capaz de extenderse hasta la mitad de la pierna e, incluso, en la cara posterior del muslo, es uno de los síntomas más frecuentes del síndrome piramidal. Pero hay más:
- Sensación de hormigueo localizada en los isquiotibiales (parte posterior del muslo).
- Dolor al subir o bajar escaleras y pendientes.
- Dolor al caminar o permanecer sentado mucho tiempo e, incluso, al cruzar las piernas.
- Reducción de la movilidad de la cadera.
Aunque, a priori, los síntomas del síndrome piramidal recuerdan a los de la ciática o los de la hernia de discos lumbares, lo cierto es que existen pequeñas diferencias que pueden ayudar a distinguirlos. En el caso de problemas vinculados con estas últimas o con el propio nervio ciático, los dolores suelen centrarse en la zona lesionada.
Sin embargo, si hablamos de la patología relacionada con el músculo piriforme, la dolencia puede irradiarse hacia otras zonas tales como la rodilla, la zona posterior de la pierna y, en ocasiones, la zona baja de la espalda. Otra diferencia importante tiene que ver con el hecho de que, en el caso del síndrome piramidal, una vez relajado el músculo y descomprimido el nervio la sintomatología desaparece.
Causas del síndrome piramidal
El origen de esta patología está en la presión en parte del recorrido del nervio ciático, pero no existe una única causa que desencadene el síndrome piramidal. Sus síntomas, eso sí, son bastante reveladores en cuanto a detectar cuáles son los motivos que pueden favorecer su aparición.
En este sentido, algunas de las causas del síndrome piramidal más comunes son:
- Contractura del músculo piriforme: es la más frecuente dado que supone la compresión de nervio ciático y, en consecuencia, el inicio del dolor.
- Aumento de la actividad física: un sobreentrenamiento o la falta de descanso en la musculatura tras la práctica deportiva también están detrás del origen de muchas contracturas y, en consecuencia, pueden motivar la aparición del síndrome piramidal. Y lo mismo ocurre con los desequilibrios musculares.
- Permanecer mucho tiempo sentado: el sedentarismo es otro de los enemigos de la salud de nuestra musculatura y puede ocasionar problemas en el músculo piriforme. En la misma línea, mantener malas posiciones o cruzar las piernas durante mucho tiempo tampoco ayudan.
- Otras causas: en ocasiones las caídas, los golpes, las operaciones de cadera y hasta las cirugías en la zona abdominal también pueden estar detrás de un diagnóstico de síndrome piramidal.
Cómo tratar el síndrome piriforme
La fisioterapia constituye uno de los tratamientos para el síndrome piramidal más eficaces. La razón hay que buscarla, precisamente, en la propia idiosincrasia de esta patología cuyo origen más frecuente tiene que ver con la contractura del propio músculo piramidal. Eliminar el exceso de presión a través de tratamientos de fisioterapia especializados puede resultar más efectivo para la relajación muscular que el uso de analgésicos.
Por lo general, se puede emplear la fisioterapia manual utilizando técnicas invasivas y no invasivas, capaces de devolver la calidad de vida a los pacientes afectados por el síndrome piramidal en el menor tiempo posible. Del mismo modo, también es posible aplicar estas terapias de manera instrumental cuando la situación del paciente lo requiere. En este sentido, algunos de los tratamientos más habituales son la punción seca -en la que se emplea una aguja similar a las utilizadas en acupuntura con el fin de llegar donde los dedos del profesional no pueden- así como la electroacupuntura (PEMS) -una variante de la técnica analgésica TENS (neuroestimulación eléctrica analgésica transcutánea) basada en la aplicación percutánea de filamentos esterilizados, que penetran el músculo- aunque hay más.
En aquellos casos en los que la fisioterapia no consiga los resultados deseados, una alternativa para tratar el síndrome piramidal son las infiltraciones, un procedimiento que busca aliviar el dolor mediante la inyección de determinados antiinflamatorios esteroideos solos o combinados con anestésicos locales.
No obstante, evitar la sedestación prolongada, el exceso de actividad deportiva o las malas posturas, así como realizar estiramientos, realizar ejercicios de movilidad adaptados y seguir los consejos de los profesionales es fundamental para recuperarse y poner fin al síndrome piramidal.
En Instituto Clavel Rehabilitación podemos ayudarte
Categorías: Dolor de espalda, Dolor lumbar, Rehabilitación