La protusión discal aparece cuando un disco de la columna se rompe parcialmente, dándose de sí. Como consecuencia, se provoca un abultamiento hacia el canal espinal. Esta afección puede ser asintomática, pero también causar dolor de espalda y otros síntomas. Actualmente disponemos de diferentes tratamientos para la protusión discal en función de su gravedad.
La protusión discal es una afección de la columna que puede causar dolor y otras molestias.
Aparece cuando el disco intervertebral (una estructura que actúa como amortiguador entre las vértebras de la columna) se desplaza de su posición normal.
Esto hace que el disco sobresalga hacia el canal espinal (la cavidad que contiene la médula y nervios) y pueda provocar diferentes síntomas.
¿Por que aparece?
Las causas de la protusión discal pueden ser diversas. A veces, incluso no es posible determinar su origen.
Sin embargo, estos son los motivos más frecuentes por los que puede aparecer una protusión discal.
Edad
Con el paso de los años, los discos vertebrales tienden a perder flexibilidad y resistencia, lo que facilita que puedan desplazarse.
Es decir, se produce un desgaste natural en las estructuras de dichos discos como parte del proceso de envejecimiento.
Concretamente, en el núcleo pulposo (la sustancia gelatinosa de su interior) y el anillo fibroso (la estructura dura en forma de anillo que los rodea).
Cuando la causa de la protusión discal es la edad, se le denomina degeneración discal.
Genética
Algunas personas tienen una mayor predisposición a padecer una protusión discal por causas genéticas.
Trabajo
El trabajo sedentario predispone a la degeneración discal. Por ejemplo, pasar la mayor parte del día sentado frente al ordenador.
Si la actividad laboral exige levantar objetos muy pesados, también puede favorecer esta lesión.
Por su parte, los conductores de autobús o camión son profesionales que corren un mayor riesgo de experimentar una discopatía degenerativa con 40 años o menos. Esto se debe a que deben inclinar el cuerpo hacia el frente de forma repetitiva.
Exceso de peso
El sobrepeso puede sobrecargar los discos vertebrales y contribuir a su degeneración. Especialmente, en el caso de los discos de la zona lumbar.
Fumar
El tabaco puede reducir el suministro de oxígeno a los discos, lo cual favorece su deterioro.
Malos hábitos posturales
Las malas posturas en el trabajo y el resto de actividades diarias pueden provocar alteraciones en la columna.
En el caso de las cervicales, por ejemplo, estas soportan tensiones de forma continua y están sometidas a mucho estrés.
Del mismo modo, la falta de actividad física y una musculatura débil pueden contribuir a que aparezca lumbalgia y cervicalgia.
Accidente
Cualquier lesión traumática como un golpe o una caída puede provocar una protusión discal. No obstante, esta causa es menos habitual.
Síntomas de protusión discal
En la protusión discal, los síntomas pueden variar según la ubicación y la magnitud de dicha afección.
De hecho, en muchas ocasiones incluso pueden no presentarse molestias. Es lo que se conoce como protusión discal asintomática y suele detectarse a través de una resonancia magnética.
Esto es más habitual que ocurra cuando la protusión discal no comprime la raíz nerviosa.
Incluso hay estudios que apuntan que alrededor del 40% de las personas de 20 años tendría algún grado de degeneración discal sin presentar síntomas. Un porcentaje que se eleva hasta el 96% en las personas de 80 años.
Otras muchas veces, sin embargo, los síntomas de protusión discal sí están presentes y pueden incluir los siguientes:
Dolor de espalda
El dolor de espalda suele ser el síntoma de protusión discal más común.
Puede variar desde un dolor sordo y constante hasta un dolor agudo y punzante.
A veces empeora al caminar o hacer ejercicio y puede estar irradiado a los brazos o las piernas.
Debilidad
Los músculos cercanos a la protusión discal pueden debilitarse.
Si afecta a la zona cervical, esta sensación de debilidad suele manifestarse sobre todo a la hora de coger objetos.
En el caso de que la protusión se encuentre en el área lumbar, pueden presentarse problemas de movimiento como tropiezos o desequilibrios.
Hormigueo en las extremidades
Dependiendo de la ubicación de la protusión discal, puede haber entumecimiento u hormigueo en brazos o piernas.
Todos estos síntomas pueden llegar a ser muy limitantes e impactar de forma muy negativa en la calidad de vida de las personas.
Falta de sensibilidad
Si la protusión comprime un nervio sensitivo, se podría producir una alteración de la sensibilidad.
Tipos de protusión discal
Las protusiones más comunes suelen darse en las regiones cervical y lumbar de la columna. De este modo, se pueden clasificar principalmente en dos grandes grupos:
Protusión discal cervical
Se trata de las protusiones de disco que afectan a las vertebras de la zona cervical. Suelen aparecer entre las vértebras cervicales C5-C6 y C6-C7.
Protusión discal lumbar
Se trata de la protusiones discales que afectan a las vértebras de la columna lumbar. Las más comunes en esta área son las que aparecen entre las vértebras lumbares L4-L5 y L5-S1.
¿Protusión discal o hernia?
La protusión y la hernia discal son afecciones similares pero en grados distintos.
Así pues, la protusión discal aparece por una degeneración de los discos que causa un abombamiento de las fibras que rodean dichos discos.
Una hernia discal, en cambio, consiste en la salida de parte del núcleo pulposo a través de una fisura en las fibras del anillo de cierre del disco.
La hernia de disco, además, suele cursar con síntomas más notorios. Principalmente, un dolor de espalda más grave, ya que generalmente sobresale más y es más probable que irrite las raíces nerviosas.
Cómo prevenir una protusión discal
La mejor manera de prevenir una protusión discal es con hábitos de vida saludable.
Sobre todo, cuidar la espalda en el trabajo, reforzar la musculatura y la mecánica de la espalda, mantener un peso saludable y evitar el tabaco.
¿Una protusión discal puede desaparecer?
La protusión discal no puede desaparecer por sí sola y, de hecho, puede evolucionar en una hernia de disco.
Cuando se detecta una protusión o se hace un diagnóstico de una hernia discal, es fundamental iniciar un tratamiento para prevenir que esta empeore. También, para aliviar el dolor o cualquier otro síntoma que pueda estar causando.
El tratamiento de la protusión discal dependerá de los síntomas que esté causando, pudiendo ser más o menos conservador.
Protusión discal: tratamiento
El tratamiento de la protusión discal dependerá del tipo de lesión, las molestias que provoque y el impacto en la calidad de vida de la persona.
Por lo general, las opciones terapéuticas pueden dividirse en tres grandes grupos: tratamientos conservadores o no quirúrgicos, tratamientos intermedios y cirugía.
Tratamientos conservadores
Son tratamientos conservadores aquellos que realizamos de forma inicial para aliviar el dolor y las molestias causadas por una protusión discal.
Fármacos
Los analgésicos, los antiinflamatorios, los relajantes musculares y los neurolépticos pueden ayudar a reducir el dolor de espalda y en las extremidades.
Ejercicio físico
La actividad física es beneficiosa para la salud de la columna vertebral.
No solo se trata de reforzar la musculatura, sino también de realizar estiramientos y ejercicios para aliviar el dolor de espalda.
A su vez, la natación, el pilates y el yoga están considerados deportes para cuidar la espalda.
En cuanto a si es bueno andar con una hernia discal, dependerá de la fase en la que se encuentre.
Fisioterapia
La fisioterapia para hernia discal también ha demostrado ser efectiva en el tratamiento de estas alteraciones de la columna.
Cambio de hábitos
Cuidar los hábitos posturales puede ayudar a reducir el dolor de espalda. También, evitar levantar peso o, de tener que hacerlo, procurando que sea de una forma adecuada.
Tratamientos intermedios
Si los tratamientos conservadores no consiguen aliviar el dolor y los demás síntomas, hay procedimientos que pueden recomendarse.
Infiltraciones epidurales
Las infiltraciones epidurales consisten en inyectar antiinflamatorios esteroideos (solos o con anestésicos locales) en la zona que rodea las membranas que envuelven la médula.
Rizólisis lumbar o cervical
La rizólisis es un procedimiento mediante el cual se dañan de forma controlada las fibras nerviosas transmisoras de dolor mediante calor.
Cirugía
Si la protusión discal evoluciona hacia una hernia y los tratamientos anteriores no han sido efectivos, se puede considerar intervenir quirúrgicamente.
También, cuando el dolor es severo y hay una afectación de la fuerza muscular importante que no permiten esperar por riesgo a secuelas.
Esta operación dependerá de si se trata de una hernia discal cervical o una hernia discal lumbar.
Operación de hernia cervical
La primera opción quirúrgica suele ser la microdisectomía cervical. Esta técnica permite extraer el disco intervertebral lesionado y facilita la descompresión nerviosa.
Una alternativa es la artroplasia discal o cirugía ADR. Mediante esta cirugía, se sustituye el disco cervical degenerado por un implante artificial diseñado para imitar el disco natural sano.
La tercera opción, aunque mucho menos común, es la microdisectomía para fusión cervical.
Operación de hernia lumbar
En la mayoría de casos, se optar por la microdiscetomía lumbar simple. Esta consiste en la extracción del tejido de la hernia y, según el caso, el vaciamiento parcial del disco afectado.
Otras opciones son la artroplastia discal lumbar (Artificial Disc Replacement o ADR) o la fusión lumbar.
Al igual que en la hernia cervical, la cirugía ADR consiste en el reemplazo del disco dañado por uno artificial.
En la fusión lumbar, en cambio, se fijan o inmovilizan dos o más vértebras con el objetivo de mantenerlas unidas de forma permanente.
Instituto Clavel, especialistas en protusiones y hernias discales
En Instituto Clavel somos médicos y cirujanos expertos en el tratamiento de protusiones y hernias discales.
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