La laminectomía o descompresión cervical es un procedimiento quirúrgico que permite la resección de una parte de la columna posterior para descomprimir la médula espinal y los nervios.
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La laminectomía o descompresión cervical es un procedimiento quirúrgico que permite la resección de una parte de la columna posterior para descomprimir la médula espinal y los nervios.
En los casos de patologías de degeneración cervical que ocasiona un estrechamiento del canal espinal cervical y una compresión medular (espondiloartrosis cervical con mielopatía o sufrimiento medular).
Este procedimiento está particularmente indicado cuando la degeneración de disco cervical se acompaña de calcificación del ligamento longitudinal posterior. También se realiza en caso de patología tumoral medular, patología malformativa vascular o en revisiones quirúrgicas de cirugía previa fallida.
La cirugía se realiza con el paciente en anestesia general y colocado boca abajo en la mesa quirúrgica. También se utilizará la monitorización neurofisiológica intraoperatoria, que consiste en el control de la médula y los nervios durante la cirugía.
La cabeza del paciente se suele fijar a un aparato específico llamado Mayfield para que el cuello no se mueva durante la cirugía. Se realiza una incisión mediana en la piel, habitualmente desde la parte inferior de la cabeza hasta la parte alta dorsal (10-12cm). Tras separar la musculatura se llega a las estructuras óseas. Se realiza una exposición de las laminas a tratar, bilateralmente, fijando un separador quirúrgico.
Se procede a la retirada de las estructuras óseas posteriores (espinosas y láminas) con la ayuda de herramientas llamadas gubias y kerrisons. Tras extirpar las láminas, se procede a la resección de un ligamento que se encuentra debajo de ella, llamado ligamento amarillo, por su color que recuerda la paja, que está fuertemente ancorado a la lámina y que, en las patologías degenerativas, contribuye a la compresión sobre los elementos neurales (médula, nervios y raíces).
Tras la resección de láminas y ligamento amarillo se consigue la liberación (descompresión) de los elementos neurales. En la columna cervical, esta técnica de descompresión posterior a través de la laminectomía crea una inestabilidad de la columna cervical. Con la experiencia de los años se ha visto que, no solo se presentaba la problemática de la inestabilidad, sino que también se deformaba la columna (cifosis cervical). Por estos motivos, actualmente, siempre que se realiza una laminectomía descompresiva cervical posterior, se procede a la fijación de la columna cervical con tornillos y barras posteriores.
En ausencia de complicaciones la recuperación de esta cirugía es bastante rápida. El paciente suele llevar un drenaje que se retira a las 24-48 horas. Empieza a caminar al día siguiente de la cirugía. Dependiendo del dolor postquirúrgico, puede ser dado de alta a los 4-6 días postoperatorios.
Durante las primeras 4 o 6 semanas el paciente deberá permanecer en reposo relativo, esto quiere decir que puede y debe caminar, dar paseos de 5-15 minutos frecuentemente durante el día. Debe llevar un collarín rígido durante las primeras 4 semanas, aunque lo puede retirar si está sentado o en la cama, luego puede cambiar a un collarín blando durante 2 semanas más. En este tiempo debe evitar la flexión anterior del cuello, debe evitar la carga de pesos, el ejercicio físico y la actividad laboral.
A los 7-10 días de la intervención, tendrá una visita con enfermería para valorar el estado de la herida y retirar los puntos/grapas de la sutura quirúrgica.
Entre las 4 o 6 semanas tras la cirugía acudirá a una revisión con un especialista en columna que valorará el estado general y la evolución clínica. En caso de una correcta evolución el paciente puede volver progresivamente a sus actividades habituales después de 6 semanas de la intervención.
Cuando se haya confirmado la estabilidad del material instrumental (habitualmente entre 3-6 meses), si no hay incidencias, se puede reiniciar la actividad física y el ejercicio progresivamente, aunque la actividad física que requiera impacto y o contacto estará limitada y siempre tras confirmarse la fusión (1 año tras la intervención). Durante todo el proceso de recuperación, el paciente recibirá todo el soporte que necesita de forma presencial y a distancia, como está contemplado en nuestro programa de Preparación, Empoderamiento y Recuperación Quirúrgica del paciente (PERQ) .
Como toda cirugía hay que tener en cuenta la posibilidad de complicaciones generales relacionadas con la anestesia, la posibilidad de infección de la herida quirúrgica que puede ser superficial o profunda, posibilidad de hematoma postquirúrgico (sangrado tras la cirugía), que pueden llegar a requerir una nueva cirugía.
Debido a la descompresión brusca de la médula, en caso de mielopatía, en ocasiones se puede presentar un empeoramiento de los síntomas previos a la cirugía, que necesitarán rehabilitación posterior.
En cuanto a la colocación del material instrumental (tornillos), hay que tener en cuenta que es posible que el material no se fusione con el hueso (pseudoartrosis) y necesite una revisión quirúrgica. Lesiones de la arteria vertebral son muy raras (menos del 2%), así como las lesiones nerviosas (1%) y o radiculares (paresia C5, dificultad para levantar el hombro).
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